sábado, 19 de noviembre de 2016
Esnórquel (época moderna-siglo xx)
ÉPOCA MODERNA:
A partir de mediados del siglo XVIII comienzan a sucederse los descubrimientos e inventos que permitirían a los buceadores sumergirse a una mayor profundidad y por más tiempo. Es en este período que ganan aceptación las campanas de buzo, como la "Patache" de Jean Barrié (1640), o la de Halley (1690), que recibía suministro de aire desde la superficie.
La posterior evolución de la campana se debe a Augustus Siebe -a quien algunos nombran el "Padre del Buceo Moderno"-, que reduciría su tamaño hasta convertirla en un casco que recibía aire de una bomba desde la superficie. El mismo Siebe, en 1837, le añadiría un traje impermeable que dejaba "en seco" el cuerpo del buzo, y a la que llamó escafandra. Así nació el equipo de buzo clásico, que con algunas modificaciones ha llegado hasta nuestros dias.
En 1860, un oficial de marina francés, Auguste Denayrouze, y un ingeniero de minas, Benedict Rouquayrol, se unieron para construir un aparato mas ligero que la escafandra de buzo, que consistía en un depósito metálico que contenía aire a 30 o 40 atmósferas de presión, con un regulador elemental y una manguera que suministraba aire desde la superficie y que se podía desconectar por breves periodos de tiempo mientras el buceador seguía respirando de la reserva de su depósito. Le darían el nombre de "Aeróforo".
Este aparato no llegó a utilizarse masivamente ya que permitía escasa autonomía y no disponía de un sistema de visión adecuado. Henry Fleuss desarrolló en 1879 un equipo de buceo que funcionaba con unas mezclas de 50% a 60% de oxígeno. La primera inmersión duró una hora y tras el éxito de la misma convenció a Siebe Gorman and Co., de Londres, para que fabricara su equipo.
SIGLO XX;
En la década del 30 se crean elementos fundamentales para el desarrollo del buceo moderno como las aletas o patas de rana (1935), el tubo respirador (1938) y la máscara que abarca ojos y nariz, patentada en 1938. En 1933 un investigador francés, Le Prier, patenta la escafandra que proporciona al buceador una autonomía real, gracias a la botella con aire a alta presión (150 atmósferas), y una buena visión, con el empleo de una máscara facial. Pero este aparato no disponía de un sistema de control del consumo, lo que limitaba mucho su autonomía.
En 1943, el equipo formado por el Teniente de Navío francés Jacques-Yves Cousteau, el ingeniero Emile Gagnan, y un joven deportista Frédéric Dumas probarían en aguas de la Costa Azul un aparato que habría de convertirse en aquel con el que tantas generaciones habían soñado. Se trataba de la escafandra autónoma, cuyo elemento fundamental era un regulador que suministraba al buceador aire a presión ambiente, que se encontraba comprimido a gran presión en una botella.
Este sistema daba la oportunidad de bajar a unas superficies nunca imaginadas por el hombre y con un sistema de respiración bastante aceptable. En realidad la escafandra es solo una parte del invento, pues Cousteau utilizaba una máscara que cubría ojos y nariz, unas aletas de goma, y compensaba la flotabilidad natural del cuerpo humano con un cinturón con pastillas de plomo.
Desde ese entonces, los avances en el entendimiento de la fisiología y la técnica que permiten al hombre respirar mezclas gaseosas han permitido que los buceadores lleguen a descender hasta los 400 metros de profundidad.
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